EL ESCORIAL, PUERTA DE LOS CIELOS Y TAPA DE LOS INFIERNOS
1 – La obra
El
monasterio de El Escorial es una obra humana única y singular, siendo al tiempo
puente de comunicación o escala hacia el cielo para comunicar con Dios y tapa
que cubre la escuridad (oscuridad) que sale de sus infiernos.
Es
geometría que expresa la perfección de las cosas, unida a la matemática,
armonía, simetría y redondez de los ciclos naturales, plasmados en bellísima
piedra. Sobrecoge tanto por su sencillez como por su grandeza. Está diseñado para
la contemplación panorámica a la vez que para la cercanía íntima y de
recogimiento en sus detalles sobrios.
Su
interior es puro arte. No en vano los mejores artistas de la época fueron
reclamados para hacer de El Escorial la mejor obra de su tiempo.
Nace
del impulso de un rey místico, Felipe II, que manifiesta en sí lo profundo de
la dualidad humana, pues lo hace para conmemorar ante Dios una victoria
cimentada sobre el dolor de otros hombres, si bien es posible que a un tiempo
también como penitencia por el desastre de la Armada Invencible.
El
conjunto está formado por Basílica, Monasterio y Palacio, triada de perfección:
templo, recogimiento y paraíso.
Está
asentado en la ladera meridional de uno de los montes más bellos y misteriosos
de la Comunidad de Madrid, Abantos, sobre el que circulan multitud de leyendas,
del que se dice entre otros que es morada y puerta a mundos paralelos a este y
lugar en el que se esconde un tesoro fabuloso.
Tiene
forma de parrilla en honor de San Lorenzo, dado que fue en el día 10 de agosto
de 1557, festividad de San Lorenzo, cuando las tropas francesas se rindieron a
las españolas en la batalla de San Quintín.
No
se puede concebir sin embargo sin los arquitectos que le dieron forma, en
especial Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, ambos mitad genios mitad
monjes.
El
rey fue consciente de que una obra dedicada a los cielos no podía tener por
fundamento declarado la victoria en una guerra, por lo que manifestó que
aquella obra se hacía como:
- Reconocimiento de los «muchos y grandes beneficios que de Dios nuestro
Señor habemos rescibido» y «cuánto Él ha servido de encaminar y guiar los
nuestros hechos, e los nuestros negocios a su santo servicio».
- Por «sostener y mantener estos nuestros Reinos es su sancta Fee y
Religión, y en paz y en justicia».
- Porque a Dios le agrada que le edifiquen y funden iglesias «donde su
sancto nombre se bendice y alaba» y donde los religiosos den ejemplo de
fe.
- Para que «se ruega e interceda Dios Nuestro Señor por Nos e por los
reyes nuestros antecesores e subcesores, e por el bien de nuestras
ánimas», según la orden dada por el Emperador «en el cobdecilo que
últimamente hizo nos cometió y remitió lo que tocaba a su sepultura y al
lugar y parte donde su cuerpo y el de la Emperatriz y Reina, mi señora y
madre, había de ser puestos y colocados».
- Y para que «por sus ánimas se hagan y digan continuas oraciones,
sacrificios, conmemoraciones e memorias.
En su momento fue considerada la
octava maravilla del mundo, como lo fueron en los tiempos antiguos la gran
pirámide de Keops o los jardines de Babilonia.
El lienzo de la explanada en la
que se asienta y la disposición de la parrilla tienen toda una interpretación.
Para llegar al templo de Dios hay que hacerlo pasando físicamente bajo el
conocimiento de su Biblioteca, dotada del saber más avanzado de la época.
El rey se hizo con todo cuanto
pudo de la sabiduría científica, hermética y artística de su tiempo, enviando
emisarios a los cuatro puntos cardinales, tratando de recopilar el saber de la
Biblioteca de Alejandría.
En el esquema de su dibujo se puede
observar que no sólo el conocimiento lleva a Dios, sino el recogimiento por la
meditación. El templo es el corazón; la cabeza el niño; el lado derecho hemisferio
de la intuición; el izquierdo el del poder y la razón; sustentados sobre la
enseñanza y el conocimiento.
2 – Arquitectos
El
primero de sus arquitectos fue Juan Bautista de Toledo, que falleció
tempranamente sin ver terminada la magna obra. Filósofo, matemático, místico y
de vida sencilla era hombre de grandísima cultura al tiempo que de retiro y
meditación. Inició las obras de esta maravilla del arte universal en 1562.
Fray José de Sigüenza describe a Juan Bautista de Toledo como: “Varón
de gran juicio y escultor, que entendía bien el diseño, sabía lengua latina y
griega, y tenía mucha noticia de filosofía y matemáticas, y al fin se hallaban
en él muchas partes que Vitrubio, príncipe de los arquitectos, quiere que tengan
los que han de ejercitar la arquitectura y llamarse maestros en ella.
Posiblemente Juan
Bautista fuese de origen judío, pero si la obras hablan de quien les da forma es
claro que había construido antes en su templo interno el vehículo de luz,
proyectado como lienzo artístico que diese luz al marco etérico, aura previa a
la obra física.
Le siguió Juan de
Herrera y aunque este modificó los planos y dió al interior otra ornamentación
diferente, fue consciente de que habría de ser continuación natural que diese
al tiempo acceso a la puerta de las distintas dimensiones entre las que se
encuentran el cielo y la tierra.
Según las leyendas cuando
se comenzó a levantar el monasterio un extraño perro negro de aspecto fiero
merodeaba por los alrededores, aterrorizando por las noches a quienes allí trabajan.
Las obras no progresaban con toda la celeridad que el Rey pretendía, por el
miedo a que la criatura fuese el cancerbero del infierno. El perro fue
finalmente apresado y ahorcado en una de las torres, donde permaneció por mucho
tiempo.
Aun así al morir
Felipe II y en su lecho de muerte siguió oyendo los aullidos, que de seguro
protegían una de las varias entradas que existen al inframundo.
3 – Felipe II
De
todos los imperios humanos el único con dominio sobre todos los continentes de
la tierra fue el de Felipe II. Su padre
Carlos I se puede considerar como el primer rey de España, él fue el
segundo. Gobernó desde el despacho en lugar de hacerlo como su padre sobre un
caballo, quizás en parte por ser el monarca más preparado y culto de su tiempo
y entender que así era más efectivo.
Cuando
uno se abstrae y se sitúa sobre cualquiera de las sillas del rey desde las que
este observaba la progresión de las obras es fácil entrever que algo más que lo
evidente de la mirada se contempla en aquél lugar. De Abantos al Pico del
Fraile las vistas son estremecedoras por la hermosura radiante del oro interior
y del ladrillo que refulge en los días de sol en una de las torres.
La
alquimia transmutada de piedra en luz; la dualidad geométrica de todo lo que se
expresa en pares¸ de los cuadros a las puertas. El triángulo como trinidad que
conecta a padre, madre e hijo; cuerpo, alma y espíritu; cielo, tierra y hombre…El
circulo como perfección y redondez de los ciclos; el cuatro de las torres como
símbolo de lo humano. Magnifica esta fotografía aérea que refleja lo comentado.
Obviando los
aspectos históricos de la figura del Rey que fue llamado el Prudente y del que hay
tanto una leyenda blanca como otra oscura, Felipe II tuvo muy claro que a
través del conocimiento y del recogimiento se llega a Dios.
A pesar de la
inquisición se interesó por el hermetismo, la astrología y las ciencias de
letras y humanidades, quizás para alcanzar a dar con las llaves de las alturas
que se abren en vida a través del arte.
4 – Conclusiones
El Escorial es
una de las obras humanas en las que el tiempo se hace arte en un permanente
ahora que nos vincula con todos los tiempos que han sido y serán.
Es difícil imaginar
una obra humana tan reciente que rivalice con las de los dioses de las
pirámides de Keops. No obstante, este es lugar en el que la geometría y la
aritmética se pueden considerar realmente sagradas e inmutables pues es
maravilla en la que la creatividad rivaliza en hacer de las matemáticas
lenguaje que habla sin palabras para el mismo cielo.
REFERENCIAS
Aquí estoy en los peldaños de la silla de Felipe II
3 – Visita al
Monasterio, a Abantos y a las dos sillas del Rey frente al Pico del Fraile.